25 feb 2012

¿Qué es el Conocimiento?


Lo que hoy llamamos conocimiento científico es un producto relativamente reciente en la historia de la humanidad, y tiene sus orígenes en otras formas de conocimiento como el saber cotidiano, la mitología y la filosofía, con los cuales presenta algunas semejanzas y diferencias.


En la época de los egipcios, de los griegos y aún en la Edad Media no existía la ciencia, o por lo menos lo que hoy entendemos habitualmente como conocimiento científico. Existían, sí, otras formas de conocimiento que de alguna manera son los antepasados del saber científico, ya que la ciencia no ha surgido de la nada y ha heredado algunas de sus características, al propio tiempo que ha incorporado otras nuevas con el fin de aumentar su conocimiento del mundo y la posibilidad de su transformación, para bien o para mal. La presente nota intenta hacer un breve rastreo histórico de esas formas de conocimiento precientífico para, finalmente, describir el sentido actual de lo que hoy entendemos por ciencia.

El surgimiento del pensamiento científico en el Renacimiento no significó la muerte de las formas anteriores del conocimiento, del mismo modo que el nacimiento de un nieto no significa la muerte del abuelo. Hoy en día se mantiene viva, en el tercer milenio, la gran familia del saber: el bisabuelo (el saber cotidiano), el abuelo (los mitos y la religión), el padre (la filosofía) y el hijo (la ciencia) que aún está en pañales y que, como todo bebé en sus momentos difíciles, suele recurrir a alguno de sus antepasados vivientes.

En nuestra caracterización de cada una de estas formas de conocimiento tomaremos como punto de referencia varios parámetros en función de los cuales los diferenciaremos: su finalidad (especulativa, práctica, explicativa), sus fundamentos (experienciales, mágicos, racionales) y su grado de dogmaticidad.

El conocimiento cotidiano
Podemos considerar al saber cotidiano como el más antiguo de todos, y cabe suponer que existe desde los albores de la humanidad. Algunas veces fue llamado también 'sentido común', y otras 'saber vulgar' y aún 'saber precientífico'. No nos gustan estas dos últimas denominaciones: la primera por su connotación desvalorizadora, y la segunda por ser excesivamente amplia, ya que hay otras formas de conocimiento, además del saber cotidiano, que también precedieron cronológicamente a la ciencia, como los mitos y la filosofía.

Hemos preferido otra denominación habitual, la de 'conocimiento cotidiano' porque hace hincapié en la idea que es un conocimiento que 'usamos todos los días', más allá de si somos filósofos, científicos, artesanos o simples peones. De hecho, es perfectamente concebible que durante todo el día un eminente científico, luego de investigar concienzudamente la efectividad de una droga que favorezca la coagulación sanguínea en un gran laboratorio (saber científico), llegue a su casa, se corte con el cuchillo y se aplique el viejo remedio que su padre le enseñó, para detener la hemorragia (saber cotidiano).

E. Nagel nos indica acertadamente que "la adquisición de un conocimiento confiable acerca de muchos aspectos del mundo ciertamente no comenzó con el advenimiento de la ciencia moderna y el uso conciente de sus métodos. En realidad muchos hombres, en cada generación, repiten durante sus vidas la historia de la especie: se las ingenian para asegurarse habilidades y una información adecuada, sin el beneficio de la educación científica y sin adoptar premeditadamente modos científicos de proceder" (1).

Conocimiento cotidiano es por ejemplo saber que cuando sopla viento del sudeste tendremos tormenta, saber que si uno pone los dedos en el enchufe se electrocuta, saber que si nos aplicamos una barra de azufre desaparecerá el dolor muscular, saber que si a una persona la halagamos probablemente consigamos que nos haga algún favor, etc.
Para todo ello no necesitamos haber estudiado ni meteorología, ni física, ni medicina ni psicología, vale decir, el saber cotidiano no es aún necesariamente saber científico.

Cabe la siguiente duda: cuando yo aprendo algo porque se lo escuché al Dr. Socolinsky en la televisión, ¿es eso conocimiento cotidiano o conocimiento científico, habida cuenta de que supuestamente el Dr. Socolinsky representa la ciencia?
Respuesta: en principio sigue tratándose de saber cotidiano, ya que no obtuvimos ese conocimiento aplicando el método científico, sino que lo hemos incorporado por la vía de una autoridad en la que confiamos. Ese conocimiento sólo es científico en la medida en que fue producido por el investigador que escribió un artículo que luego leyó Socolinsky, y que luego éste nos lo transmitió a nosotros. Y así, lo que caracteriza el saber cotidiano, entre otras cosas que enseguida veremos, es el modo de obtenerlo: una cosa es producirlo mediante la aplicación de un método científico, o otra muy distinta incorporarlo por la experiencia propia o ajena. De hecho, en la vida diaria aprendemos muchas cosas útiles tanto si vienen del Dr. Socolinsky como si vienen de la abuela, y solemos poner ambos saberes en un mismo rango de importancia.

Vamos a caracterizar con mayor precisión este saber cotidiano a partir de cuatro características, tres positivas y una negativa: es práctico, el dogmático, es experiencial y no es explicativo.

1) El saber cotidiano es práctico.- La finalidad principal del saber cotidiano es obtener información para producir algún resultado útil, y poder movernos así en el mundo de todos los días. Sólo secundariamente puede estar motivado por la simple curiosidad o el afán de saber por el saber mismo. Conocer qué colectivo conviene tomar para viajar sentado, o saber cómo se hace un huevo frito o cómo se cambia la rueda de un coche no es el resultado de algún impulso epistemofílico o de una sed de conocimiento por el conocimiento en sí, sino una exigencia de la vida diaria.
Por este motivo, el saber cotidiano es universal, es decir patrimonio de todas las personas, más allá de su grado de instrucción e incluso de sus predilecciones vocacionales, ya que, por ejemplo, una persona puede no tener vocación ni interés por el arte culinario, pero si por las circunstancias de la vida está obligado a cocinar, deberá incorporar este saber a los efectos de su supervivencia.
En suma, detrás del saber cotidiano debemos ver no un afán especulativo por conocer sino un afán por dominar nuestro entorno, por ejercer un poder que nos permite sobrevivir, o al menos vivir mejor.

2) El saber cotidiano es dogmático.- Un saber dogmático es un saber que no cuestiona, no se critica, no se discute, y su lema es "las cosas son así, y punto". Desde ya, cuando decimos que el saber cotidiano es dogmático estamos queriendo decir que tiene una tendencia a serlo, que es más fuerte que la tendencia a la rectificación. Dentro de nuestro conocimiento diario podemos introducir algunas modificaciones, cuestionar ciertos procedimientos, pero esto no es la regla: una vez que nuestra madre nos enseñó a hacer un huevo frito de tal manera, o a utilizar cierto remedio en ciertos casos, tendemos a seguir haciéndolo de la misma forma, sin cuestionarlo, el resto de nuestros días. Y es natural que ello sea así, ya que si a cada cosa que aprendemos o que hacemos la cuestionamos y la criticamos, no nos quedaría tiempo para vivir y nuestra existencia sería un caos. Autores como Cohen y Nagel invocan una tendencia muy humana a la "tenacidad", cuando señalan que "el hábito o la inercia hacen que nos resulte más fácil seguir creyendo en una proposición simplemente porque siempre hemos creído en ella" (2). Esta tendencia también podría explicar esta característica dogmática del saber cotidiano, que por lo otro lado está convalidada por infinidad de hechos donde vemos como las personas y los pueblos han mantenido durante siglos, prácticamente sin modificación, y transmitiéndose de generación en generación, procedimientos para fabricar el pan o para ordeñar la vaca.

3) El saber cotidiano es experiencial.- ¿De dónde nos viene este saber de todos los días? ¿Cómo lo justificamos si alguien nos pregunta acerca de la legitimidad de nuestro saber diario? Podemos hablar al respecto de dos fuentes principales: la experiencia propia y la experiencia ajena. Lo que sabemos de todos los días lo sabemos porque 'yo mismo lo he comprobado por mis propios medios', o bien porque 'me lo dijo mi papá, que de eso sabe mucho' (quien a su vez lo sabe porque él mismo lo ha comprobado por experiencia personal).
El saber ordeñar una vaca es un típico conocimiento que se enseña y se transmite de generación en generación, pero el primero que lo adquirió lo hizo por propia experiencia. Otro tipo de saber lo hemos incorporado por experiencia propia porque no hemos encontrado a nadie que ya lo sepa, o bien porque no hemos tenido tiempo para consultarlo. En última instancia, se trata de un saber aprendido por el método del ensayo y error: aprendemos ciertas conductas e incorporamos ciertos conocimientos porque efectivamente han dado resultado, han sido exitosos, y eso es más que suficiente para poder movernos en la vida diaria.

4) El saber cotidiano no es explicativo.- Los paños fríos alivian una herida, cierto botoncito del control remoto anula el sonido del televisor, el polvo leudante hace más esponjoso el puré, y las papas se conservan mejor en un lugar seco y oscuro. Sabemos todo esto pero no nos interesa el porqué ocurre así, es decir, en general, el saber cotidiano no intenta buscar explicaciones. Desde ya, estamos hablando de explicaciones profundas, no de explicaciones superficiales: la explicación superficial de porqué se esponja el puré remite simplemente a que le hemos puesto polvo leudante, mientras que una explicación profunda remite a lo inobservable a simple vista, como por ejemplo invocar cierta supuesta mezcla o combinación química entre ambos productos. El interés del saber cotidiano se agota a lo sumo en una explicación superficial, y a veces ni siquiera en ello, sino solamente en el percatarse de una simple correlación. Es como si pensáramos: "no sé si el polvo leudante es o no la causa del esponjamiento; simplemente, cada vez que agrego ese polvo, el puré se esponja". Todo esto no significa que en el ámbito del saber cotidiano no se invoquen explicaciones más profundas, pero estas tienen a lo sumo, en la vida diaria, el valor de un argumento persuasivo, como cuando alguien intenta vendernos determinado medicamento argumentando que actúa sobre las sinapsis neuronales favoreciendo la liberación de serotonina. Una vez que hemos comprado el remedio, nos interesará menos la cuestión de la serotonina que el hecho real y concreto de que elimina el síntoma molesto.

A propósito de este tipo de argumentación, consignemos que el saber cotidiano puede confundirse con el saber científico en otro aspecto: el lenguaje. Muchas personas, luego de haber leído muchas revistas de interés general afirman que ellas consumen alimentos con vitamina E para poder destruír los radicales libres y demorar el envejecimiento prematuro de las membranas celulares, y otras sostienen con énfasis que las cremas hidratantes mantienen la piel lozana porque la llenan de agua. Se trata casi siempre de simple palabrerío, e incluso hasta muchas veces equivocado, porque por ejemplo la crema hidratante no 'llena' de agua la piel, sino que tapa sus poros evitando que el agua salga al exterior. Además, no es conocimiento científico porque no está organizado como tal y conectado lógicamente con otros conocimientos.
Una prueba de ello es que si preguntamos al que hablaba de la vitamina E qué son los radicales libres, ahí ya no sabrá qué responder (o se manda una broma y dice que un ejemplo de radical libre es Cobos).

Habida cuenta de que el hombre tiene siempre una tendencia a preguntarse los porqués, el saber cotidiano tiene dos razones principales para oponerse a esa tendencia y no buscar explicaciones profundas (o explicaciones propiamente dichas):
¨       con o sin explicación, el saber diario es igualmente efectivo, práctico, útil. ¿Para qué entonces complicarse la vida buscando explicaciones a todos los pequeños sucesos de la vida cotidiana? El hecho de conocer la explicación bioquímica de porqué la aspirina quita el dolor no aumenta la eficacia de la aspirina;
¨       2) la necesidad de concentrarnos en nuestras actividades cotidianas como peinarnos, estudiar, trabajar o divertirnos, nos resta oportunidades para satisfacer necesidades menos acuciantes, como la curiosidad. Esta se despierta en todo caso cuando estamos frente a fenómenos raros que contradicen nuestra experiencia habitual, como cuando vemos al prestidigitador hacer un truco de magia, pero normalmente nuestra curiosidad no llega al extremo de intentar buscar una explicación sobre el porqué la aspirina es efectiva o sobre el porqué de las mil cosas que hacemos diariamente. Si nuestro saber diario es efectivo o si no somos curiosos, no buscaremos explicaciones.
Pero sí comenzaremos a buscarlas cuando:
¨       nuestro saber empiece a fallar: la aspirina que tomábamos ya no nos cura el dolor de cabeza, y
¨       2) se nos despierte la curiosidad por averiguar las causas de todo lo que ocurre. Tal vez ambas situaciones se realimenten entre sí influyéndose mutuamente: no es algo que intentaremos resolver en estas líneas. Lo que sí es importante destacar es que fue la impotencia del saber cotidiano y el afán de satisfacer su curiosidad, lo que impulsó al hombre a trascender el simple saber diario y buscar nuevas formas de conocimiento, el primero de los cuales fue el mítico.

El conocimiento mítico
Dentro de este tipo de saber incluímos una vasta gama de inquitudes humanas, desde las supersticiones hasta las mitologías y las religiones monoteístas, las que, si bien son diferentes entre sí en muchos aspectos, comparten no obstante el hecho de constituír una forma de conocimiento distinta al saber cotidiano, y cuyas características enunciamos a continuación.

1) El saber mítico es explicativo.- Quizá los antiguos sabían como hacer para matar a ciertos bichos que comian la cosecha, pero no sabían como hacer que llueva para que la cosecha no se perdiera. El saber cotidiano revela aquí toda su impotencia frente a cuestiones que están más allá de sus posibilidades reales: no puede recurrir ni a la experiencia ajena porque sus padres no saben como hacer llover, ni a la experiencia propia porque una vida no le alcanza para descubrir como controlar la lluvia.
El hombre decide entonces inventar una causa para actuar sobre ella y producir el efecto deseado. Tal vez se pueda hacer llover si en las noches de luna llena duermo con un sapo muerto debajo de la cama (solución supersticiosa), o si invoco la clemencia o los favores del dios de la lluvia (solución religiosa). Como vemos, el hecho de inventar una causa de la lluvia es ya plantearse una explicación para la mísma: llovió porque dormí con el sapo o porque un dios tuvo clemencia de mi pueblo. No se trata ya, como vemos, de una explicación superficial sino de una explicación más profunda, fundada en vínculos de causa-efecto mágicos.
Dotado de esta nueva herramienta explicativa, y tal vez motivado también por su afán su curiosidad, el hombre se lanzó a partir de allí a explicaciones más vastas, como dar cuenta de los orígenes del universo, del hombre o de los animales, naciendo así los diversos mitos de la humanidad.

2) El saber mítico es práctico.- No obstante, lo que prevalece en el saber mítico es la finalidad práctica sobre la especulativa. Cada vez que se necesitaba resolver una situación concreta y el saber cotidiano nada podía hacer, se recurría a actitudes superticiosas o religiosas.

3) El saber mítico es dogmático.- Nada más dogmático que una creencia supersticiosa o religiosa. Se trata de 'ilusiones' en un sentido similar al freudiano (3), es decir, una creencia muy particular porque en su motivación u origen se esfuerza el trabajo del deseo, lo que implica que el sujeto mantiene su creencia a pesar de que la realidad objetiva le dice lo contrario.
En efecto, el sapo debajo de la cama no es la causa de la lluvia, y a pesar de que el campesino duerme con él, no siempre llueve (esta es la realidad objetiva). Su creencia inconmovible en el sapo hace entonces que no la abandone e invente entonces explicaciones ad hoc para justificar el fracaso, como por ejemplo pensar que el ritual no se realizó con la debida exactitud ni el debido orden en los pasos. Tal vez la complejidad de ciertas rituales sirva a este propósito de poder encontrar fácilmente explicaciones que permitan mantener la creencia cuando fracasan los intentos por controlar la naturaleza.
Acerca del por qué este saber es dogmático, podría pensarse que es la última oportunidad que el hombre siente que tiene a su disposición para dominar los acontecimientos del mundo, lo que lo fuerza a creer en él más allá de toda consideración de la realidad objetiva.

4) El saber mítico es mágico.- El carácter mágico de este saber reside en el tipo de explicaciones que plantea, es decir, explicaciones que, no solamente están no están fundadas en los hechos, sino que además invocan vínculos mágicos de causa-efecto, como lo hemos ya indicado.
El pensamiento mágico implica el convencimiento de que de cualquier cosa puede salir cualquier otra cosa: así como de una galera puede salir un conejo, de un sapo puede salir la lluvia o de una invocación religiosa un deseo realizado. No es lo mismo creer en la magia que creer en el azar, donde también de cualquier cosa pueda salir cualquier otra cosa: la diferencia está en que en el pensamiento mágico hay un fatal determinismo de que de cierta cosa saldrá obligatoriamente otra, mientras que el azar es todo lo contrario (indeterminismo): de algo no se sabe que saldrá.
En el plan general de la evolución de un tipo de conocimiento a otros, el saber mítico representa por un lado un retroceso, porque se pasa de un conocimiento fundado en la experiencia a un conocimiento mágico, pero por el otro lado representa un avance por ser el primer saber que se propone dar explicaciones, es decir, responder a un porqué, ahondar en el conocimiento de la realidad más allá de lo fenómenico y de la experiencia inmediata.

El conocimiento filosófico
Existe una filosofía occidental y una filosofía oriental. Lo que aquí consideraremos como comienzo del conocimiento filosófico tiene relación con la primera, porque la filosofía oriental representa una transición donde aún el saber filosófico propiamente dicho está muy impregnado del saber mítico religioso
Situamos el origen de la filosofía occidental alrededor del siglo VI AC con los primeros filósofos griegos, verdaderos pioneros en esto de luchar contra el pensamiento mitológico tan arraigado en sus mismos congéneres. Este pasaje de una conciencia mítico-religiosa a una conciencia racional-filosófica se va produciendo gradualmente: de hecho, el pensamiento de los primeros filósofos griegos -los presocráticos- está bastante imbuído aún de la mitología, pero poco a poco se van desprendiendo de ella y, cuando llegamos a la culminación de la filosofía griega, en Aristóteles, apenas si hallaremos vestigios de esta mitología. La obra de Platón representaría, a nuestro criterio, una etapa intermedia en este proceso donde coexisten relatos mitológicos y pensamiento propiamente filosófico. Es probable que el mismo Platón haya sido bastante escéptico en cuanto a sus relatos míticos, y quizá los haya utilizado sólo como metáforas para hacerse entender por un entorno aún muy pegado a la mitología.
Veamos entonces las características de este saber filosófico occidental, tal como lo conocemos desde los griegos hasta nuestros días.

1) El conocimiento filosófico es explicativo.- No cabe duda de que las teorías filosóficas intentan dar explicaciones del mundo, del hombre, del conocimiento, de la vida y la muerte, etc. Pero a diferencia de las explicaciones mítico-religiosas, que apelan a entidades sobrenaturales como los dioses, los ángeles o los demonios, la explicación filosófica apela bien a entidades naturales (el agua, el aire, la tierra, el fuego, etc), bien a entidades abstractas e impersonales (arjé, etc), con lo cual se liberan de explicar el fundamento y origen de las cosas a partir de supuestas entidades antropomórficas que, como los dioses del Olimpo, pueden decidir sobre el destino de los acontecimientos.

2) El conocimiento filosófico es racional.- El fundamento del saber puede ser experiencial, mágico o racional. El saber cotidiano es experiencial porque se funda en un enlace entre hechos descubierto a través de la experiencia; el saber mítico es mágico porque se funda en una relación 'mágica', inventada, no empíricamente constatada; el saber filosófico es racional porque se funda en una relación lógica: los hechos ocurren de tal o cual manera porque son una consecuencia lógica de ciertos principios considerados verdaderos (los axiomas, por ejemplo). Esto significa que la racionalidad del saber la entendemos aquí como la posibilidad de organizar los conocimientos en un sistema deductivo donde unos de pueden inferir a partir de otros en forma necesaria. El prototipo de este saber podemos encontrarlo en la geometría de Euclides o en la metafísica aristotélica.
El conocimiento está así jerarquizado: unos son más generales que otros, existiendo entre ellos relaciones de deducibilidad (unos de deducen de otros), de manera tal que un juicio es verdadero no en virtud de una correspondencia con la realidad (saber experiencial) sino simplemente porque se infiere deductivamente de otro juicio considerado verdadero por su simplicidad y su autoevidencia.
En las mitologías hay también una jerarquización, sólo que aquí lo que sobresale es una jerarquía de parentesco: el mundo de los dioses es una gran familia donde están los padres, los hermanos, los primos y los tíos, y donde por ejemplo Urano se casó con Vesta y tuvieron un hijo que se llamó Saturno, el cual a su vez se casó con Cibeles y tuvo varios hijos como Júpiter, Neptuno, etc. Y así, los filósofos griegos sustituyeron la relación "su padre es" por la relación "se deduce de".

3) El conocimiento filosófico es crítico.- En los últimos 2000 años, la religión cristiana ha variado muy poco en sus dogmas, mientras que la filosofía ha cambiado mucho porque ha sido capaz de revisar críticamente sus propias afirmaciones y las de filosofías anteriores. Y más aún: la época en que la filosofía se ha estancado ha sido precisamente la época de los 'años oscuros' de la Edad Media, coincidentes con un neto predominio religioso.
Desde ya que hubieron cismas religiosos, y no sólo por razones políticas sino también de dogma, pero donde con mayor fuerza se puede apreciar el carácter crítico del conocimiento es en la filosofía, que no está tan obligada a soportar el peso de las tradiciones anteriores. Antes bien, muchas filosofías, por no decir todas, surgieron oponiéndose a planteos previos, mientras que las religiones no suelen surgir oponiéndose a otras religiones distintas. Y aún dentro de la evolución de un mismo filósofo, pueden verse también discontinuidades, como cuando se habla de un 'primer', de un 'segundo' y de un 'tercer' Husserl, o de un 'primero' o 'segundo' Wittgenstein. Pero tal vez sea Descartes el ejemplo más espectacular, cuando decide poner en duda todos los saberes anteriores y, consecuente con el espíritu de la filosofía, se propone iniciar desde sus fundamentos y sin supuestos previos, un nuevo conocimiento.

4) El conocimiento filosófico es especulativo.- Mientras que la principal finalidad del saber cotidiano y del mítico es obtener conocimiento para dominar y controlar los acontecimientos de la realidad, la filosofía tiende a considerar el conocimiento como medio para satisfacer la curiosidad acerca de cómo y porqué el mundo es como es, o para alcanzar una cierta perfección del alma, con ciertas resonancias platónicas, más allá de la utilidad inmediata y material que este saber pueda reportar.

Así, el conocimiento deja de ser práctico y pasa a ser especulativo, tomando esta expresión en el buen sentido: especular no significa aquí hablar de cualquier pavada, sino reflexionar, pensar, discutir, criticar, relacionar ideas más allá de las posibles utilidades inmediatas de estas actividades pensantes, con el fin de alcanzar un sistema coherente de conocimientos sobre el mundo y el hombre. Los mitos populares suelen recoger estas características cuando dicen que la filosofía es inútil porque habla de todo sin hablar de nada en particular.
Lo que mueve a los saberes cotidiano y mítico es la necesidad (de controlar el mundo), y lo que mueve a la filosofía es la curiosidad (5): después de todo los ladrones, los chismosos y los filósofos iniciaron sus carreras siendo curiosos.

Consignemos, por último, que cuando decimos que la filosofía es especulativa nos referimos a cierta actitud de los filósofos. Desde otro punto de vista la filosofía es práctica si consideramos la influencia que pueda tener para la vida cotidiana, más allá de la intención de los filósofos. Por ejemplo, el ejercicio de la medicina en un país se ve afectado por la tradición filosófica. Descartes introdujo en Francia el respeto por el razonamiento y el desprecio por la praxis. Como resultado, el médico francés se vio siempre más preocupado en estudiar procesos más que resultados, e ideas más que evidencias. En el otro extremo, los filósofos empiristas británicos creen que el conocimiento deriva de la experiencia, con lo cual los médicos de ese país se basan más en la experiencia que en la teoría.
En síntesis, si lo comparamos con el saber mítico, el conocimiento filosófico deja de ser mágico y comienza a ser racional, deja de ser dogmático para ser crítico, y empieza a perder practicidad para adquirir un sesgo especulativo.

El conocimiento científico
Luego de un largo trayecto llegamos así al surgimiento del conocimiento científico, que un poco convencionalmente podemos situar en la época de la historia llamada comúnmente Renacimiento o Humanismo (siglos XV y XVI). Si tenemos que mencionar a algún conspicuo representante de esta nueva forma de conocer deberíamos referirnos, a riesgo de quedar mal con muchos otros, a Galileo Galilei.
Examinemos entonces las características de este saber científico, que ha ido creciendo ininterrumpidamente desde entonces hasta nuestros días.

1) El conocimiento científico es racional y experiencial al mismo tiempo.- Esta característica del saber filosófico de estar organizado como un sistema jerárquico de enunciados deducibles unos de otros, y que es lo que aquí designamos racionalidad, y fue algo que el saber científico heredó de la filosofía. Incluso algunos autores llegan a considerar esta característica como lo esencial de la ciencia: "Reservamos el término 'ciencia' para el conocimiento general y sistemático, esto es, aquel en el cual se deducen todas las proposiciones específicas de unos pocos principios generales" (4). Galileo sintetiza estas dos características -racional y experiencial- que por primera vez se dan juntas, en una frase que aparece en una carta que le envía a su protectora, Cristina de Lorena, en 1615, donde cuestiona ciertos dogmas religiosos y plantea la necesidad de empezar a confiar más en "los datos de los sentidos y en las demostraciones necesarias". Los datos de los sentidos tienen que ver con lo experiencial, o las demostraciones necesarias con lo racional.
Cualquier afirmación científica, para ser tal, debe estar verificada -o por lo menos ser verificable- empíricamente, pero además debe estar incluída en un sistema deductivo más amplio donde se relaciona con otras afirmaciones y donde todas son inferibles a partir de algunos principios fundamentales. El saber cotidiano no encuentra relación entre un rayo de luz, un sonido y las ondas que se forman en el agua al tirar una piedra, mientras que el saber científico los relaciona viéndolos como diferentes manifestaciones de un mismo principio de propagación ondulatoria. Del mismo modo, el saber cotidiano puede no encontrar relación entre los chistes y los sueños, cuando el saber científico los relaciona a partir de un mismo principio del cual se deducen: la hipótesis del inconciente. Esto es lo que queremos afirmar cuando decimos "racional": los diversos conocimientos no están aislados sino organizados sistemáticamente en función de ideas más generales.
La filosofía es también racional, pero no se preocupa por verificar empíricamente sus afirmaciones. La ciencia en cambio, es un saber experiencial porque intenta siempre someter a prueba sus hipótesis, por ejemplo mediante un experimento: "la prescripción de que las hipótesis científicas deben ser capaces de aprobar el examen de la experiencia es una de las reglas del método científico" (6).

2) El conocimiento científico es especulativo y práctico al mismo tiempo.- La ciencia no tiene solamente como objetivo aumentar el conocimiento del mundo por una cuestión de afán de saber, sino que también se propone sacarle un provecho a ese conocimiento con el fin de poder predecir los acontecimientos y así dominar la naturaleza. 'Hereda' así el carácter especulativo de la filosofía, al mismo tiempo que la practicidad del saber cotidiano: la ciencia es el único tipo de saber que es al mismo tiempo especulativo y práctico.

3) El conocimiento científico es explicativo.- Mientras el saber filosófico intenta explicaciones 'últimas', las explicaciones científicas no tienen tantas pretensiones, aunque tampoco llega al extremo de contentarse con las 'explicaciones' superficiales del saber cotidiano, ni menos aún con las mágicas del conocimiento mítico.
El saber cotidiano podría explicar un ataque de histeria diciendo que alguien la puso nerviosa, o apelando a explicaciones más tautológicas del tipo "y bueno, la mujer estaba loca". El saber mítico tan vez invocaría una posesión demoníaca o un maleficio. En cambio, una explicación científica procuraría explicaciones de otro tipo, invocando procesos inobservables a partir de una teoría de la neurosis, como hace el psicoanálisis.
La filosofía, por su parte, considera en general que no son esos los tipos de problemas que intenta abordar o, si lo hace, los aborda desde una perspectiva mucha más abstracta y general. Por dar un ejemplo, un filósofo podría contestar porqué este ataque histérico simplemente "es", es decir, contestaría desde la teoría general del ser (o metafísica, tal vez la rama más importante de la filosofía).
Esto es así porque la filosofía intenta ser un saber sin supuestos, o sea, no da nada por sentado, como hace el científico. A este último ni se le ocurre preguntarse por el ser o el existir: parte del supuesto de que las cosas son y existen, y desde allí comienza su investigación.

4) El conocimiento científico es crítico.- La ciencia cambia mucho más rápidamente que los dogmas religiosos, porque no suele aceptar sin más las opiniones prevalecientes y busca ella misma probarlas con sus propios métodos. Lacan decía que la ciencia es un cementerio de teorías, donde las nuevas van matando a las anteriores, y la misma obra de Freud es un ejemplo típico de ello en cuanto está constituída por un número considerable de rectificaciones de afirmaciones anteriores, que incluso habían sido planteadas por el mismo creador del psiconálisis.
A diferencia del saber mítico, que es cerrado, el conocimiento científico tiende a no considerar que ya está todo explicado: la ciencia es un saber abierto que deja un interrogante detrás de cada nueva respuesta encontrada.

Si algo hemos de concluír, en suma, es que el conocimiento científico tiene su propia identidad que los distingue de otros saberes, pero las diferencias con estos a veces no son tan tajantes como tal vez haya podido mostrarse, a los fines didácticos, en la presente nota.

Citas
(1) Nagel Ernest, "La estructura de la ciencia: problemas de la lógica de la investigación científica", Buenos Aires, Paidós, 1968, página 15.
(2) Cohen Morris y Nagel Ernest, "Introducción a la lógica y al método científico", Volumen II, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1979, página 9.
(3) Freud S., "El porvenir de una ilusión", 1926.
(4) Cohen Morris y Nagel Ernest, "Introducción a la lógica y al método científico", Volumen II, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1979, páginas 8-9.
(5) Y también el asombro, la duda y las situaciones límites, como se indica en Carpio A., "Principios de Filosofía", Buenos Aires, Glauco, 1987, capítulo 1. En rigor, el asombro y la duda pueden ser condiciones necesarias, pero no son aún suficientes para filosofar, debiendo estar acompañadas de la curiosidad, que es lo que realmente motiva para resolver aquello que asombra o para buscar una respuesta sobre aquello de lo que se duda.






















CONOCIMIENTO


COTIDIANO

MITICO

FILOSOFICO

CIENTIFICO
1) El saber cotidiano es práctico.- La finalidad principal del saber cotidiano es obtener información para producir algún resultado útil, y poder movernos así en el mundo de todos los días. Conocer qué colectivo conviene tomar para viajar sentado, no es el resultado de algún impulso epistemofílico o de una sed de conocimiento por el conocimiento en sí, sino una exigencia de la vida diaria.
Por este motivo, el saber cotidiano es universal, es decir patrimonio de todas las personas, más allá de su grado de instrucción.
 2) El saber cotidiano es dogmático.- Un saber dogmático es un saber que no cuestiona, no se critica, no se discute, y su lema es "las cosas son así, y punto". el saber cotidiano  tiene una tendencia a ser dogmatico
3) El saber cotidiano es experiencial.- ¿De dónde nos viene este saber de todos los días? ¿Cómo lo justificamos si alguien nos pregunta acerca de la legitimidad de nuestro saber diario? Podemos hablar al respecto de dos fuentes principales: la experiencia propia y la experiencia ajena
4) El saber cotidiano no es explicativo.- Los paños fríos alivian una herida, cierto botoncito del control remoto anula el sonido del televisor, el polvo leudante hace más esponjoso el puré, y las papas se conservan mejor en un lugar seco y oscuro. Sabemos todo esto pero no nos interesa el porqué ocurre así, es decir, en general, el saber cotidiano no intenta buscar explicaciones profundas.

1) El saber mítico es explicativo.- Quizá los antiguos sabían como hacer para matar a ciertos bichos que comian la cosecha, pero no sabían como hacer que llueva para que la cosecha no se perdiera. El saber cotidiano revela aquí toda su impotencia frente a cuestiones que están más allá de sus posibilidades reales: no puede recurrir ni a la experiencia ajena porque sus padres no saben como hacer llover, ni a la experiencia propia porque una vida no le alcanza para descubrir como controlar la lluvia.
el hecho de inventar una causa de la lluvia es ya plantearse una explicación para la mísma: llovió porque dormí con el sapo o porque un dios tuvo clemencia de mi pueblo. No se trata ya, como vemos, de una explicación superficial sino de una explicación más profunda, fundada en vínculos de causa-efecto mágicos.
2) El saber mítico es práctico prevalece en el saber mítico es la finalidad práctica sobre la especulativa. Cada vez que se necesitaba resolver una situación concreta y el saber cotidiano nada podía hacer, se recurría a actitudes superticiosas o religiosas.
3) El saber mítico es dogmático.- Nada más dogmático que una creencia supersticiosa o religiosa. el sujeto mantiene su creencia a pesar de que la realidad objetiva le dice lo contrario.
naturaleza.
4) El saber mítico es mágico.- El carácter mágico de este saber reside en el tipo de explicaciones que plantea, es decir, explicaciones que, no solamente están no están fundadas en los hechos, sino que además invocan vínculos mágicos de causa-efecto
 El pensamiento mágico implica el convencimiento de que de cualquier cosa puede salir cualquier otra cosa

1) El conocimiento filosófico es explicativo.- las teorías filosóficas intentan dar explicaciones del mundo, del hombre, del conocimiento, de la vida y la muerte, etc. Pero a diferencia de las explicaciones mítico-religiosas, que apelan a entidades sobrenaturales como los dioses, los ángeles o los demonios, la explicación filosófica apela bien a entidades naturales (el agua, el aire, la tierra, el fuego, etc), bien a entidades abstractas e impersonales (arjé, etc), con lo cual se liberan de explicar el fundamento y origen de las cosas a partir de supuestas entidades antropomórficas que, como los dioses del Olimpo, pueden decidir sobre el destino de los acontecimientos.
2) El conocimiento filosófico es racional.- El fundamento del saber puede ser experiencial, mágico o racional. El saber cotidiano es experiencial porque se funda en un enlace entre hechos descubierto a través de la experiencia; el saber filosófico es racional porque se funda en una relación lógica: los hechos ocurren de tal o cual manera porque son una consecuencia lógica de ciertos principios considerados verdaderos la racionalidad del saber la entendemos aquí como la posibilidad de organizar los conocimientos en un sistema deductivo donde unos de pueden inferir a partir de otros en forma necesaria. El conocimiento está así jerarquizado
3) El conocimiento filosófico es crítico.- En los últimos 2000 años, la religión cristiana ha variado muy poco en sus dogmas, mientras que la filosofía ha cambiado mucho porque ha sido capaz de revisar críticamente sus propias afirmaciones y las de filosofías anteriores. Y más aún: la época en que la filosofía se ha estancado ha sido precisamente la época de los 'años oscuros' de la Edad Media, coincidentes con un neto predominio religioso.
muchas filosofías, por no decir todas, surgieron oponiéndose a planteos previos, mientras que las religiones no suelen surgir oponiéndose a otras religiones distintas.
4) El conocimiento filosófico es especulativo.- la filosofía tiende a considerar el conocimiento como medio para satisfacer la curiosidad acerca de cómo y porqué el mundo es como es, o para alcanzar una cierta perfección del alma, con ciertas resonancias platónicas, más allá de la utilidad inmediata y material que este saber pueda reportar.
 el conocimiento deja de ser práctico y pasa a ser especulativo, tomando esta expresión en el buen sentido: especular significa reflexionar, pensar, discutir, criticar, relacionar ideas más allá de las posibles utilidades inmediatas de estas actividades pensantes, con el fin de alcanzar un sistema coherente de conocimientos sobre el mundo y el hombre.

1) El conocimiento científico es racional y experiencial al mismo tiempo.- "Reservamos el término 'ciencia' para el conocimiento general y sistemático, esto es, aquel en el cual se deducen todas las proposiciones específicas de unos pocos principios generales" (4). Galileo sintetiza estas dos características -racional y experiencial- que por primera vez se dan juntas, en una frase que aparece en una carta que le envía a su protectora, Cristina de Lorena, en 1615, donde cuestiona ciertos dogmas religiosos y plantea la necesidad de empezar a confiar más en "los datos de los sentidos y en las demostraciones necesarias". Cualquier afirmación científica, para ser tal, debe estar verificada -o por lo menos ser verificable- empíricamente, pero además debe estar incluída en un sistema deductivo más amplio donde se relaciona con otras afirmaciones y donde todas son inferibles a partir de algunos principios fundamentales. las hipótesis científicas deben ser capaces de aprobar el examen de la experiencia es una de las reglas del método científico" .
2) El conocimiento científico es especulativo y práctico al mismo tiempo.- La ciencia no tiene solamente como objetivo aumentar el conocimiento del mundo , sino que también se propone sacarle un provecho a ese conocimiento con el fin de poder predecir los acontecimientos y así dominar la naturaleza.
3) El conocimiento científico es explicativo.- una explicación científica procuraría explicaciones invocando procesos inobservables a partir de una teoría
4) El conocimiento científico es crítico.- La ciencia cambia mucho más rápidamente que los dogmas religiosos, porque no suele aceptar sin más las opiniones prevalecientes y busca ella misma probarlas con sus propios métodos. Lacan decía que la ciencia es un cementerio de teorías.
A diferencia del saber mítico, que es cerrado, el conocimiento científico tiende a no considerar que ya está todo explicado: la ciencia es un saber abierto que deja un interrogante detrás de cada nueva respuesta encontrada.

























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