Lo que hoy llamamos conocimiento científico es un
producto relativamente reciente en la historia de la humanidad, y tiene sus
orígenes en otras formas de conocimiento como el saber cotidiano, la mitología
y la filosofía, con los cuales presenta algunas semejanzas y diferencias.
En la época de los egipcios, de los griegos y aún en la
Edad Media no existía la ciencia, o por lo menos lo que hoy entendemos
habitualmente como conocimiento científico. Existían, sí, otras formas de conocimiento que de alguna manera son los
antepasados del saber científico, ya que la ciencia no ha surgido de la nada y
ha heredado algunas de sus características, al propio tiempo que ha incorporado
otras nuevas con el fin de aumentar su conocimiento del mundo y la posibilidad
de su transformación, para bien o para mal. La presente nota intenta hacer un
breve rastreo histórico de esas formas de conocimiento precientífico para,
finalmente, describir el sentido actual de lo que hoy entendemos por ciencia.
El surgimiento del pensamiento científico en el
Renacimiento no significó la muerte de las formas anteriores del conocimiento,
del mismo modo que el nacimiento de un nieto no significa la muerte del abuelo.
Hoy en día se mantiene viva, en el tercer milenio, la gran familia del saber:
el bisabuelo (el saber cotidiano), el abuelo (los mitos y la religión), el
padre (la filosofía) y el hijo (la ciencia) que aún está en pañales y que, como
todo bebé en sus momentos difíciles, suele recurrir a alguno de sus antepasados
vivientes.
En nuestra caracterización de cada una de estas formas de
conocimiento tomaremos como punto de referencia varios parámetros en función de
los cuales los diferenciaremos: su finalidad (especulativa, práctica,
explicativa), sus fundamentos (experienciales, mágicos, racionales) y su grado
de dogmaticidad.
El conocimiento cotidiano
Podemos considerar al saber cotidiano como el más antiguo
de todos, y cabe suponer que existe desde los albores de la humanidad. Algunas
veces fue llamado también 'sentido común', y otras 'saber vulgar' y aún 'saber
precientífico'. No nos gustan estas dos últimas denominaciones: la primera por
su connotación desvalorizadora, y la segunda por ser excesivamente amplia, ya
que hay otras formas de conocimiento, además del saber cotidiano, que también
precedieron cronológicamente a la ciencia, como los mitos y la filosofía.
Hemos preferido otra denominación habitual, la de
'conocimiento cotidiano' porque hace hincapié en la idea que es un conocimiento que 'usamos todos los días',
más allá de si somos filósofos, científicos, artesanos o simples peones. De
hecho, es perfectamente concebible que durante todo el día un eminente
científico, luego de investigar concienzudamente la efectividad de una droga
que favorezca la coagulación sanguínea en un gran laboratorio (saber
científico), llegue a su casa, se corte con el cuchillo y se aplique el viejo
remedio que su padre le enseñó, para detener la hemorragia (saber cotidiano).
E. Nagel nos indica acertadamente que "la
adquisición de un conocimiento confiable acerca de muchos aspectos del mundo
ciertamente no comenzó con el advenimiento de la ciencia moderna y el uso
conciente de sus métodos. En realidad muchos hombres, en cada generación,
repiten durante sus vidas la historia de la especie: se las ingenian para
asegurarse habilidades y una información adecuada, sin el beneficio de la
educación científica y sin adoptar premeditadamente modos científicos de
proceder" (1).
Conocimiento cotidiano es por ejemplo saber que cuando
sopla viento del sudeste tendremos tormenta, saber que si uno pone los dedos en
el enchufe se electrocuta, saber que si nos aplicamos una barra de azufre
desaparecerá el dolor muscular, saber que si a una persona la halagamos
probablemente consigamos que nos haga algún favor, etc.
Para todo ello no necesitamos haber estudiado ni
meteorología, ni física, ni medicina ni psicología, vale decir, el saber
cotidiano no es aún necesariamente saber científico.
Cabe la siguiente duda: cuando yo aprendo algo porque se lo escuché al
Dr. Socolinsky en la televisión, ¿es eso conocimiento cotidiano o conocimiento
científico, habida cuenta de que supuestamente el Dr. Socolinsky representa la
ciencia?
Respuesta: en principio sigue tratándose de saber cotidiano, ya que
no obtuvimos ese conocimiento aplicando el método
científico, sino que lo hemos incorporado por la vía de una autoridad en la
que confiamos. Ese conocimiento sólo es científico en la medida en que fue
producido por el investigador que escribió un artículo que luego leyó
Socolinsky, y que luego éste nos lo transmitió a nosotros. Y así, lo que
caracteriza el saber cotidiano, entre otras cosas que enseguida veremos, es el
modo de obtenerlo: una cosa es producirlo mediante la aplicación de un método
científico, o otra muy distinta incorporarlo por la experiencia propia o ajena.
De hecho, en la vida diaria aprendemos muchas cosas útiles tanto si vienen del
Dr. Socolinsky como si vienen de la abuela, y solemos poner ambos saberes en un
mismo rango de importancia.
Vamos a caracterizar con mayor precisión este saber
cotidiano a partir de cuatro características, tres positivas y una negativa: es práctico, el dogmático, es experiencial
y no es explicativo.
1) El saber
cotidiano es práctico.- La finalidad principal del saber cotidiano es obtener información para
producir algún resultado útil, y poder movernos así en el mundo de todos los
días. Sólo secundariamente puede estar motivado por la simple curiosidad o el
afán de saber por el saber mismo. Conocer qué colectivo conviene tomar para
viajar sentado, o saber cómo se hace un huevo frito o cómo se cambia la rueda
de un coche no es el resultado de algún impulso epistemofílico o de una sed de
conocimiento por el conocimiento en sí, sino una exigencia de la vida diaria.
Por este motivo, el saber cotidiano es universal, es
decir patrimonio de todas las personas, más allá de su grado de instrucción e
incluso de sus predilecciones vocacionales, ya que, por ejemplo, una persona
puede no tener vocación ni interés por el arte culinario, pero si por las
circunstancias de la vida está obligado a cocinar, deberá incorporar este saber
a los efectos de su supervivencia.
En suma, detrás del saber cotidiano debemos ver no un
afán especulativo por conocer sino un afán por dominar nuestro entorno, por
ejercer un poder que nos permite sobrevivir, o al menos vivir mejor.
2) El saber
cotidiano es dogmático.- Un saber dogmático es un saber que no cuestiona, no se critica, no se
discute, y su lema es "las cosas son así, y punto". Desde ya, cuando
decimos que el saber cotidiano es dogmático estamos queriendo decir que tiene
una tendencia a serlo, que es más fuerte que la tendencia a la rectificación.
Dentro de nuestro conocimiento diario podemos introducir algunas
modificaciones, cuestionar ciertos procedimientos, pero esto no es la regla:
una vez que nuestra madre nos enseñó a hacer un huevo frito de tal manera, o a
utilizar cierto remedio en ciertos casos, tendemos a seguir haciéndolo de la
misma forma, sin cuestionarlo, el resto de nuestros días. Y es natural que ello
sea así, ya que si a cada cosa que aprendemos o que hacemos la cuestionamos y
la criticamos, no nos quedaría tiempo para vivir y nuestra existencia sería un
caos. Autores como Cohen y Nagel invocan una tendencia muy humana a la
"tenacidad", cuando señalan que "el hábito o la inercia hacen
que nos resulte más fácil seguir creyendo en una proposición simplemente porque
siempre hemos creído en ella" (2). Esta tendencia también podría explicar
esta característica dogmática del saber cotidiano, que por lo otro lado está convalidada
por infinidad de hechos donde vemos como las personas y los pueblos han
mantenido durante siglos, prácticamente sin modificación, y transmitiéndose de
generación en generación, procedimientos para fabricar el pan o para ordeñar la
vaca.
3) El saber
cotidiano es experiencial.- ¿De dónde nos viene este saber de todos los días? ¿Cómo lo justificamos
si alguien nos pregunta acerca de la legitimidad de nuestro saber diario?
Podemos hablar al respecto de dos fuentes principales: la experiencia propia y
la experiencia ajena. Lo que sabemos de todos los días lo sabemos porque 'yo
mismo lo he comprobado por mis propios medios', o bien porque 'me lo dijo mi
papá, que de eso sabe mucho' (quien a su vez lo sabe porque él mismo lo ha
comprobado por experiencia personal).
El saber ordeñar una vaca es un típico conocimiento que
se enseña y se transmite de generación en generación, pero el primero que lo
adquirió lo hizo por propia experiencia. Otro tipo de saber lo hemos
incorporado por experiencia propia porque no hemos encontrado a nadie que ya lo
sepa, o bien porque no hemos tenido tiempo para consultarlo. En última
instancia, se trata de un saber aprendido por el método del ensayo y error:
aprendemos ciertas conductas e incorporamos ciertos conocimientos porque
efectivamente han dado resultado, han sido exitosos, y eso es más que
suficiente para poder movernos en la vida diaria.
4) El saber
cotidiano no es explicativo.- Los paños fríos alivian una herida, cierto botoncito del control remoto
anula el sonido del televisor, el polvo leudante hace más esponjoso el puré, y
las papas se conservan mejor en un lugar seco y oscuro. Sabemos todo esto pero
no nos interesa el porqué ocurre así, es decir, en general, el saber cotidiano
no intenta buscar explicaciones. Desde ya, estamos hablando de explicaciones
profundas, no de explicaciones superficiales: la explicación superficial de
porqué se esponja el puré remite simplemente a que le hemos puesto polvo
leudante, mientras que una explicación profunda remite a lo inobservable a
simple vista, como por ejemplo invocar cierta supuesta mezcla o combinación
química entre ambos productos. El interés del saber cotidiano se agota a lo
sumo en una explicación superficial, y a veces ni siquiera en ello, sino
solamente en el percatarse de una simple correlación. Es como si pensáramos:
"no sé si el polvo leudante es o no la causa del esponjamiento;
simplemente, cada vez que agrego ese polvo, el puré se esponja". Todo esto
no significa que en el ámbito del saber cotidiano no se invoquen explicaciones
más profundas, pero estas tienen a lo sumo, en la vida diaria, el valor de un
argumento persuasivo, como cuando alguien intenta vendernos determinado
medicamento argumentando que actúa sobre las sinapsis neuronales favoreciendo
la liberación de serotonina. Una vez que hemos comprado el remedio, nos
interesará menos la cuestión de la serotonina que el hecho real y concreto de
que elimina el síntoma molesto.
A propósito de este tipo de argumentación, consignemos
que el saber cotidiano puede confundirse
con el saber científico en otro aspecto: el lenguaje. Muchas personas,
luego de haber leído muchas revistas de interés general afirman que ellas
consumen alimentos con vitamina E para poder destruír los radicales libres y
demorar el envejecimiento prematuro de las membranas celulares, y otras
sostienen con énfasis que las cremas hidratantes mantienen la piel lozana
porque la llenan de agua. Se trata casi siempre de simple palabrerío, e incluso
hasta muchas veces equivocado, porque por ejemplo la crema hidratante no
'llena' de agua la piel, sino que tapa sus poros evitando que el agua salga al
exterior. Además, no es conocimiento científico porque no está organizado como
tal y conectado lógicamente con otros conocimientos.
Una prueba de ello es que si preguntamos al que hablaba
de la vitamina E qué son los radicales libres, ahí ya no sabrá qué responder (o
se manda una broma y dice que un ejemplo de radical libre es Cobos).
Habida cuenta de que el hombre tiene siempre una
tendencia a preguntarse los porqués, el saber cotidiano tiene dos razones
principales para oponerse a esa tendencia y no buscar explicaciones profundas
(o explicaciones propiamente dichas):
¨ con o sin explicación, el saber
diario es igualmente efectivo, práctico, útil. ¿Para qué entonces complicarse
la vida buscando explicaciones a todos los pequeños sucesos de la vida
cotidiana? El hecho de conocer la explicación bioquímica de porqué la aspirina
quita el dolor no aumenta la eficacia de la aspirina;
¨ 2) la necesidad de concentrarnos en
nuestras actividades cotidianas como peinarnos, estudiar, trabajar o
divertirnos, nos resta oportunidades para satisfacer necesidades menos
acuciantes, como la curiosidad. Esta se despierta en todo caso cuando estamos
frente a fenómenos raros que contradicen nuestra experiencia habitual, como
cuando vemos al prestidigitador hacer un truco de magia, pero normalmente
nuestra curiosidad no llega al extremo de intentar buscar una explicación sobre
el porqué la aspirina es efectiva o sobre el porqué de las mil cosas que
hacemos diariamente. Si nuestro saber diario es efectivo o si no somos
curiosos, no buscaremos explicaciones.
Pero sí comenzaremos a buscarlas
cuando:
¨ nuestro saber empiece a fallar:
la aspirina que tomábamos ya no nos cura el dolor de cabeza, y
¨ 2) se nos despierte la curiosidad
por averiguar las causas de todo lo que ocurre. Tal vez ambas situaciones se
realimenten entre sí influyéndose mutuamente: no es algo que intentaremos
resolver en estas líneas. Lo que sí es importante destacar es que fue la
impotencia del saber cotidiano y el afán de satisfacer su curiosidad, lo que
impulsó al hombre a trascender el simple saber diario y buscar nuevas formas de
conocimiento, el primero de los cuales fue el mítico.
El conocimiento mítico
Dentro de este tipo de saber incluímos una vasta gama de
inquitudes humanas, desde las supersticiones hasta las mitologías y las
religiones monoteístas, las que, si bien son diferentes entre sí en muchos
aspectos, comparten no obstante el hecho de constituír una forma de
conocimiento distinta al saber cotidiano, y cuyas características enunciamos a
continuación.
1) El saber mítico
es explicativo.-
Quizá los antiguos sabían como hacer para matar a ciertos bichos que comian la
cosecha, pero no sabían como hacer que llueva para que la cosecha no se
perdiera. El saber cotidiano revela aquí toda su impotencia frente a cuestiones
que están más allá de sus posibilidades reales: no puede recurrir ni a la
experiencia ajena porque sus padres no saben como hacer llover, ni a la experiencia
propia porque una vida no le alcanza para descubrir como controlar la lluvia.
El hombre decide entonces inventar una causa para actuar
sobre ella y producir el efecto deseado. Tal vez se pueda hacer llover si en
las noches de luna llena duermo con un sapo muerto debajo de la cama (solución
supersticiosa), o si invoco la clemencia o los favores del dios de la lluvia
(solución religiosa). Como vemos, el hecho de inventar una causa de la lluvia
es ya plantearse una explicación para la mísma: llovió porque dormí con el sapo
o porque un dios tuvo clemencia de mi pueblo. No se trata ya, como vemos, de
una explicación superficial sino de una explicación más profunda, fundada en
vínculos de causa-efecto mágicos.
Dotado de esta nueva herramienta explicativa, y tal vez
motivado también por su afán su curiosidad, el hombre se lanzó a partir de allí
a explicaciones más vastas, como dar cuenta de los orígenes del universo, del
hombre o de los animales, naciendo así los diversos mitos de la humanidad.
2) El saber mítico
es práctico.- No
obstante, lo que prevalece en el saber mítico es la finalidad práctica sobre la
especulativa. Cada vez que se necesitaba resolver una situación concreta y el
saber cotidiano nada podía hacer, se recurría a actitudes superticiosas o
religiosas.
3) El saber mítico
es dogmático.-
Nada más dogmático que una creencia supersticiosa o religiosa. Se trata de
'ilusiones' en un sentido similar al freudiano (3), es decir, una creencia muy
particular porque en su motivación u origen se esfuerza el trabajo del deseo,
lo que implica que el sujeto mantiene su creencia a pesar de que la realidad
objetiva le dice lo contrario.
En efecto, el sapo debajo de la cama no es la causa de la
lluvia, y a pesar de que el campesino duerme con él, no siempre llueve (esta es
la realidad objetiva). Su creencia inconmovible en el sapo hace entonces que no
la abandone e invente entonces explicaciones ad hoc para justificar el fracaso,
como por ejemplo pensar que el ritual no se realizó con la debida exactitud ni
el debido orden en los pasos. Tal vez la complejidad de ciertas rituales sirva
a este propósito de poder encontrar fácilmente explicaciones que permitan
mantener la creencia cuando fracasan los intentos por controlar la naturaleza.
Acerca del por qué este saber es dogmático, podría
pensarse que es la última oportunidad que el hombre siente que tiene a su
disposición para dominar los acontecimientos del mundo, lo que lo fuerza a
creer en él más allá de toda consideración de la realidad objetiva.
4) El saber mítico
es mágico.- El
carácter mágico de este saber reside en el tipo de explicaciones que plantea,
es decir, explicaciones que, no solamente están no están fundadas en los
hechos, sino que además invocan vínculos mágicos de causa-efecto, como lo hemos
ya indicado.
El pensamiento mágico implica el convencimiento de que de
cualquier cosa puede salir cualquier otra cosa: así como de una galera puede
salir un conejo, de un sapo puede salir la lluvia o de una invocación religiosa
un deseo realizado. No es lo mismo creer en la magia que creer en el azar,
donde también de cualquier cosa pueda salir cualquier otra cosa: la diferencia
está en que en el pensamiento mágico hay un fatal determinismo de que de cierta
cosa saldrá obligatoriamente otra, mientras que el azar es todo lo contrario
(indeterminismo): de algo no se sabe que saldrá.
En el plan general de la evolución de un tipo de
conocimiento a otros, el saber mítico representa por un lado un retroceso,
porque se pasa de un conocimiento fundado en la experiencia a un conocimiento
mágico, pero por el otro lado representa un avance por ser el primer saber que
se propone dar explicaciones, es decir, responder a un porqué, ahondar en el
conocimiento de la realidad más allá de lo fenómenico y de la experiencia
inmediata.
El conocimiento filosófico
Existe una filosofía occidental y una filosofía oriental.
Lo que aquí consideraremos como comienzo del conocimiento filosófico tiene
relación con la primera, porque la filosofía oriental representa una transición
donde aún el saber filosófico propiamente dicho está muy impregnado del saber
mítico religioso
Situamos el origen de la filosofía occidental alrededor
del siglo VI AC con los primeros filósofos griegos, verdaderos pioneros en esto
de luchar contra el pensamiento mitológico tan arraigado en sus mismos
congéneres. Este pasaje de una conciencia mítico-religiosa a una conciencia
racional-filosófica se va produciendo gradualmente: de hecho, el pensamiento de
los primeros filósofos griegos -los presocráticos- está bastante imbuído aún de
la mitología, pero poco a poco se van desprendiendo de ella y, cuando llegamos
a la culminación de la filosofía griega, en Aristóteles, apenas si hallaremos
vestigios de esta mitología. La obra de Platón representaría, a nuestro
criterio, una etapa intermedia en este proceso donde coexisten relatos
mitológicos y pensamiento propiamente filosófico. Es probable que el mismo
Platón haya sido bastante escéptico en cuanto a sus relatos míticos, y quizá
los haya utilizado sólo como metáforas para hacerse entender por un entorno aún
muy pegado a la mitología.
Veamos entonces las características de este saber
filosófico occidental, tal como lo conocemos desde los griegos hasta nuestros
días.
1) El conocimiento
filosófico es explicativo.- No cabe duda de que las teorías filosóficas intentan dar explicaciones
del mundo, del hombre, del conocimiento, de la vida y la muerte, etc. Pero a
diferencia de las explicaciones mítico-religiosas, que apelan a entidades
sobrenaturales como los dioses, los ángeles o los demonios, la explicación
filosófica apela bien a entidades naturales (el agua, el aire, la tierra, el
fuego, etc), bien a entidades abstractas e impersonales (arjé, etc), con lo
cual se liberan de explicar el fundamento y origen de las cosas a partir de
supuestas entidades antropomórficas que, como los dioses del Olimpo, pueden
decidir sobre el destino de los acontecimientos.
2) El conocimiento
filosófico es racional.- El fundamento del saber puede ser experiencial, mágico o racional. El
saber cotidiano es experiencial porque se funda en un enlace entre hechos
descubierto a través de la experiencia; el saber mítico es mágico porque se
funda en una relación 'mágica', inventada, no empíricamente constatada; el
saber filosófico es racional porque se funda en una relación lógica: los hechos
ocurren de tal o cual manera porque son una consecuencia lógica de ciertos
principios considerados verdaderos (los axiomas, por ejemplo). Esto significa
que la racionalidad del saber la entendemos aquí como la posibilidad de
organizar los conocimientos en un sistema deductivo donde unos de pueden
inferir a partir de otros en forma necesaria. El prototipo de este saber
podemos encontrarlo en la geometría de Euclides o en la metafísica
aristotélica.
El conocimiento está así jerarquizado: unos son más
generales que otros, existiendo entre ellos relaciones de deducibilidad (unos
de deducen de otros), de manera tal que un juicio es verdadero no en virtud de
una correspondencia con la realidad (saber experiencial) sino simplemente
porque se infiere deductivamente de otro juicio considerado verdadero por su
simplicidad y su autoevidencia.
En las mitologías hay también una jerarquización, sólo
que aquí lo que sobresale es una jerarquía de parentesco: el mundo de los
dioses es una gran familia donde están los padres, los hermanos, los primos y
los tíos, y donde por ejemplo Urano se casó con Vesta y tuvieron un hijo que se
llamó Saturno, el cual a su vez se casó con Cibeles y tuvo varios hijos como
Júpiter, Neptuno, etc. Y así, los filósofos griegos sustituyeron la relación
"su padre es" por la relación "se deduce de".
3) El conocimiento
filosófico es crítico.- En los últimos 2000 años, la religión cristiana ha variado muy poco en
sus dogmas, mientras que la filosofía ha cambiado mucho porque ha sido capaz de
revisar críticamente sus propias afirmaciones y las de filosofías anteriores. Y
más aún: la época en que la filosofía se ha estancado ha sido precisamente la
época de los 'años oscuros' de la Edad Media, coincidentes con un neto predominio
religioso.
Desde ya que hubieron cismas religiosos, y no sólo por
razones políticas sino también de dogma, pero donde con mayor fuerza se puede
apreciar el carácter crítico del conocimiento es en la filosofía, que no está
tan obligada a soportar el peso de las tradiciones anteriores. Antes bien,
muchas filosofías, por no decir todas, surgieron oponiéndose a planteos
previos, mientras que las religiones no suelen surgir oponiéndose a otras
religiones distintas. Y aún dentro de la evolución de un mismo filósofo, pueden
verse también discontinuidades, como cuando se habla de un 'primer', de un
'segundo' y de un 'tercer' Husserl, o de un 'primero' o 'segundo' Wittgenstein.
Pero tal vez sea Descartes el ejemplo más espectacular, cuando decide poner en
duda todos los saberes anteriores y, consecuente con el espíritu de la
filosofía, se propone iniciar desde sus fundamentos y sin supuestos previos, un
nuevo conocimiento.
4) El conocimiento
filosófico es especulativo.- Mientras que la principal finalidad del saber cotidiano y del mítico es
obtener conocimiento para dominar y controlar los acontecimientos de la
realidad, la filosofía tiende a considerar el conocimiento como medio para
satisfacer la curiosidad acerca de cómo y porqué el mundo es como es, o para
alcanzar una cierta perfección del alma, con ciertas resonancias platónicas,
más allá de la utilidad inmediata y material que este saber pueda reportar.
Así, el conocimiento deja de ser práctico y pasa a ser
especulativo, tomando esta expresión en el buen sentido: especular no significa
aquí hablar de cualquier pavada, sino reflexionar, pensar, discutir, criticar,
relacionar ideas más allá de las posibles utilidades inmediatas de estas
actividades pensantes, con el fin de alcanzar un sistema coherente de conocimientos
sobre el mundo y el hombre. Los mitos populares suelen recoger estas
características cuando dicen que la filosofía es inútil porque habla de todo
sin hablar de nada en particular.
Lo que mueve a los saberes cotidiano y mítico es la
necesidad (de controlar el mundo), y lo que mueve a la filosofía es la
curiosidad (5): después de todo los ladrones, los chismosos y los filósofos
iniciaron sus carreras siendo curiosos.
Consignemos, por último, que cuando decimos que la
filosofía es especulativa nos referimos a cierta actitud de los filósofos.
Desde otro punto de vista la filosofía es práctica si consideramos la
influencia que pueda tener para la vida cotidiana, más allá de la intención de
los filósofos. Por ejemplo, el ejercicio de la medicina en un país se ve
afectado por la tradición filosófica. Descartes introdujo en Francia el respeto
por el razonamiento y el desprecio por la praxis. Como resultado, el médico
francés se vio siempre más preocupado en estudiar procesos más que resultados,
e ideas más que evidencias. En el otro extremo, los filósofos empiristas
británicos creen que el conocimiento deriva de la experiencia, con lo cual los
médicos de ese país se basan más en la experiencia que en la teoría.
En síntesis, si lo comparamos con el saber mítico, el
conocimiento filosófico deja de ser mágico y comienza a ser racional, deja de
ser dogmático para ser crítico, y empieza a perder practicidad para adquirir un
sesgo especulativo.
El conocimiento científico
Luego de un largo trayecto llegamos así al surgimiento
del conocimiento científico, que un poco convencionalmente podemos situar en la
época de la historia llamada comúnmente Renacimiento o Humanismo (siglos XV y
XVI). Si tenemos que mencionar a algún conspicuo representante de esta nueva forma
de conocer deberíamos referirnos, a riesgo de quedar mal con muchos otros, a
Galileo Galilei.
Examinemos entonces las características de este saber
científico, que ha ido creciendo ininterrumpidamente desde entonces hasta
nuestros días.
1) El conocimiento
científico es racional y experiencial al mismo tiempo.- Esta característica del saber
filosófico de estar organizado como un sistema jerárquico de enunciados
deducibles unos de otros, y que es lo que aquí designamos racionalidad, y fue
algo que el saber científico heredó de la filosofía. Incluso algunos autores
llegan a considerar esta característica como lo esencial de la ciencia:
"Reservamos el término 'ciencia' para el conocimiento general y
sistemático, esto es, aquel en el cual se deducen todas las proposiciones
específicas de unos pocos principios generales" (4). Galileo sintetiza
estas dos características -racional y experiencial- que por primera vez se dan
juntas, en una frase que aparece en una carta que le envía a su protectora,
Cristina de Lorena, en 1615, donde cuestiona ciertos dogmas religiosos y
plantea la necesidad de empezar a confiar más en "los datos de los
sentidos y en las demostraciones necesarias". Los datos de los sentidos
tienen que ver con lo experiencial, o las demostraciones necesarias con lo
racional.
Cualquier afirmación científica, para ser tal, debe estar
verificada -o por lo menos ser verificable- empíricamente, pero además debe
estar incluída en un sistema deductivo más amplio donde se relaciona con otras
afirmaciones y donde todas son inferibles a partir de algunos principios
fundamentales. El saber cotidiano no encuentra relación entre un rayo de luz,
un sonido y las ondas que se forman en el agua al tirar una piedra, mientras
que el saber científico los relaciona viéndolos como diferentes manifestaciones
de un mismo principio de propagación ondulatoria. Del mismo modo, el saber
cotidiano puede no encontrar relación entre los chistes y los sueños, cuando el
saber científico los relaciona a partir de un mismo principio del cual se
deducen: la hipótesis del inconciente. Esto es lo que queremos afirmar cuando
decimos "racional": los diversos conocimientos no están aislados sino
organizados sistemáticamente en función de ideas más generales.
La filosofía es también racional, pero no se preocupa por
verificar empíricamente sus afirmaciones. La ciencia en cambio, es un saber
experiencial porque intenta siempre someter a prueba sus hipótesis, por ejemplo
mediante un experimento: "la prescripción de que las hipótesis científicas
deben ser capaces de aprobar el examen de la experiencia es una de las reglas
del método científico" (6).
2) El conocimiento
científico es especulativo y práctico al mismo tiempo.- La ciencia no tiene solamente
como objetivo aumentar el conocimiento del mundo por una cuestión de afán de
saber, sino que también se propone sacarle un provecho a ese conocimiento con
el fin de poder predecir los acontecimientos y así dominar la naturaleza.
'Hereda' así el carácter especulativo de la filosofía, al mismo tiempo que la
practicidad del saber cotidiano: la ciencia es el único tipo de saber que es al
mismo tiempo especulativo y práctico.
3) El conocimiento
científico es explicativo.- Mientras el saber filosófico intenta explicaciones 'últimas', las
explicaciones científicas no tienen tantas pretensiones, aunque tampoco llega
al extremo de contentarse con las 'explicaciones' superficiales del saber
cotidiano, ni menos aún con las mágicas del conocimiento mítico.
El saber cotidiano podría explicar un ataque de histeria
diciendo que alguien la puso nerviosa, o apelando a explicaciones más
tautológicas del tipo "y bueno, la mujer estaba loca". El saber
mítico tan vez invocaría una posesión demoníaca o un maleficio. En cambio, una
explicación científica procuraría explicaciones de otro tipo, invocando
procesos inobservables a partir de una teoría de la neurosis, como hace el
psicoanálisis.
La filosofía, por su parte, considera en general que no
son esos los tipos de problemas que intenta abordar o, si lo hace, los aborda
desde una perspectiva mucha más abstracta y general. Por dar un ejemplo, un
filósofo podría contestar porqué este ataque histérico simplemente
"es", es decir, contestaría desde la teoría general del ser (o
metafísica, tal vez la rama más importante de la filosofía).
Esto es así porque la filosofía intenta ser un saber sin
supuestos, o sea, no da nada por sentado, como hace el científico. A este
último ni se le ocurre preguntarse por el ser o el existir: parte del supuesto
de que las cosas son y existen, y desde allí comienza su investigación.
4) El conocimiento
científico es crítico.- La ciencia cambia mucho más rápidamente que los dogmas religiosos,
porque no suele aceptar sin más las opiniones prevalecientes y busca ella misma
probarlas con sus propios métodos. Lacan decía que la ciencia es un cementerio
de teorías, donde las nuevas van matando a las anteriores, y la misma obra de
Freud es un ejemplo típico de ello en cuanto está constituída por un número
considerable de rectificaciones de afirmaciones anteriores, que incluso habían
sido planteadas por el mismo creador del psiconálisis.
A diferencia del saber mítico, que es cerrado, el
conocimiento científico tiende a no considerar que ya está todo explicado: la
ciencia es un saber abierto que deja un interrogante detrás de cada nueva
respuesta encontrada.
Si algo hemos de concluír, en suma, es que el conocimiento científico tiene su propia
identidad que los distingue de otros saberes, pero las diferencias con estos a
veces no son tan tajantes como tal vez haya podido mostrarse, a los fines
didácticos, en la presente nota.
Citas
(1) Nagel Ernest, "La estructura de la ciencia:
problemas de la lógica de la investigación científica", Buenos Aires,
Paidós, 1968, página 15.
(2) Cohen Morris y Nagel Ernest, "Introducción a la
lógica y al método científico", Volumen II, Buenos Aires, Amorrortu
editores, 1979, página 9.
(3) Freud S., "El porvenir de una ilusión",
1926.
(4) Cohen Morris y Nagel Ernest, "Introducción a la
lógica y al método científico", Volumen II, Buenos Aires, Amorrortu
editores, 1979, páginas 8-9.
(5) Y también el asombro, la duda y las situaciones
límites, como se indica en Carpio A., "Principios de Filosofía",
Buenos Aires, Glauco, 1987, capítulo 1. En rigor, el asombro y la duda pueden
ser condiciones necesarias, pero no son aún suficientes para filosofar,
debiendo estar acompañadas de la curiosidad, que es lo que realmente motiva
para resolver aquello que asombra o para buscar una respuesta sobre aquello de
lo que se duda.
CONOCIMIENTO
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COTIDIANO
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MITICO
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FILOSOFICO
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CIENTIFICO
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1) El saber
cotidiano es práctico.- La finalidad principal del saber cotidiano es obtener información para
producir algún resultado útil, y poder movernos así en el mundo de todos los
días. Conocer qué colectivo conviene tomar para viajar sentado, no es el
resultado de algún impulso epistemofílico o de una sed de conocimiento por el
conocimiento en sí, sino una exigencia de la vida diaria.
Por este motivo, el saber
cotidiano es universal, es decir patrimonio de todas las personas, más allá
de su grado de instrucción.
2) El
saber cotidiano es dogmático.- Un saber dogmático es un saber que no
cuestiona, no se critica, no se discute, y su lema es "las cosas son
así, y punto". el saber cotidiano
tiene una tendencia a ser dogmatico
3) El saber
cotidiano es experiencial.- ¿De dónde nos viene este saber de todos los días? ¿Cómo lo
justificamos si alguien nos pregunta acerca de la legitimidad de nuestro
saber diario? Podemos hablar al respecto de dos fuentes principales: la experiencia
propia y la experiencia ajena.
4) El saber
cotidiano no es explicativo.- Los paños fríos alivian una herida, cierto botoncito
del control remoto anula el sonido del televisor, el polvo leudante hace más
esponjoso el puré, y las papas se conservan mejor en un lugar seco y oscuro.
Sabemos todo esto pero no nos interesa el porqué ocurre así, es decir, en
general, el saber cotidiano no intenta buscar explicaciones profundas.
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1) El saber
mítico es explicativo.- Quizá los antiguos sabían como hacer para matar a ciertos bichos que
comian la cosecha, pero no sabían como hacer que llueva para que la cosecha
no se perdiera. El saber cotidiano revela aquí toda su impotencia frente a
cuestiones que están más allá de sus posibilidades reales: no puede recurrir
ni a la experiencia ajena porque sus padres no saben como hacer llover, ni a
la experiencia propia porque una vida no le alcanza para descubrir como
controlar la lluvia.
el hecho de inventar una causa
de la lluvia es ya plantearse una explicación para la mísma: llovió porque
dormí con el sapo o porque un dios tuvo clemencia de mi pueblo. No se trata
ya, como vemos, de una explicación superficial sino de una explicación más
profunda, fundada en vínculos de causa-efecto mágicos.
2) El saber mítico
es práctico
prevalece en el saber mítico es la finalidad práctica sobre la especulativa.
Cada vez que se necesitaba resolver una situación concreta y el saber
cotidiano nada podía hacer, se recurría a actitudes superticiosas o
religiosas.
3) El saber mítico
es dogmático.-
Nada más dogmático que una creencia supersticiosa o religiosa. el sujeto
mantiene su creencia a pesar de que la realidad objetiva le dice lo
contrario.
naturaleza.
4) El saber
mítico es mágico.- El carácter mágico de este saber reside en el tipo de explicaciones
que plantea, es decir, explicaciones que, no solamente están no están
fundadas en los hechos, sino que además invocan vínculos mágicos de
causa-efecto
El pensamiento mágico implica el
convencimiento de que de cualquier cosa puede salir cualquier otra cosa
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1) El
conocimiento filosófico es explicativo.- las teorías filosóficas intentan dar explicaciones
del mundo, del hombre, del conocimiento, de la vida y la muerte, etc. Pero a
diferencia de las explicaciones mítico-religiosas, que apelan a entidades
sobrenaturales como los dioses, los ángeles o los demonios, la explicación
filosófica apela bien a entidades naturales (el agua, el aire, la tierra, el
fuego, etc), bien a entidades abstractas e impersonales (arjé, etc), con lo
cual se liberan de explicar el fundamento y origen de las cosas a
partir de supuestas entidades antropomórficas que, como los dioses del
Olimpo, pueden decidir sobre el destino de los acontecimientos.
2) El
conocimiento filosófico es racional.- El fundamento del saber puede ser experiencial,
mágico o racional. El saber cotidiano es experiencial porque se funda en un
enlace entre hechos descubierto a través de la experiencia; el saber
filosófico es racional porque se funda en una relación lógica: los hechos
ocurren de tal o cual manera porque son una consecuencia lógica de ciertos
principios considerados verdaderos la racionalidad del saber la entendemos
aquí como la posibilidad de organizar los conocimientos en un sistema
deductivo donde unos de pueden inferir a partir de otros en forma necesaria.
El conocimiento está así jerarquizado
3) El
conocimiento filosófico es crítico.- En los últimos 2000 años, la religión cristiana ha
variado muy poco en sus dogmas, mientras que la filosofía ha cambiado mucho
porque ha sido capaz de revisar críticamente sus propias afirmaciones y las
de filosofías anteriores. Y más aún: la época en que la filosofía se ha
estancado ha sido precisamente la época de los 'años oscuros' de la Edad
Media, coincidentes con un neto predominio religioso.
muchas filosofías, por no decir
todas, surgieron oponiéndose a planteos previos, mientras que las religiones
no suelen surgir oponiéndose a otras religiones distintas.
4) El
conocimiento filosófico es especulativo.- la filosofía tiende a considerar el
conocimiento como medio para satisfacer la curiosidad acerca de cómo y porqué
el mundo es como es, o para alcanzar una cierta perfección del alma, con
ciertas resonancias platónicas, más allá de la utilidad inmediata y material
que este saber pueda reportar.
el conocimiento deja de ser práctico y pasa
a ser especulativo, tomando esta expresión en el buen sentido: especular
significa reflexionar, pensar, discutir, criticar, relacionar ideas más allá
de las posibles utilidades inmediatas de estas actividades pensantes, con el
fin de alcanzar un sistema coherente de conocimientos sobre el mundo y el
hombre.
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1) El
conocimiento científico es racional y experiencial al mismo tiempo.- "Reservamos el término
'ciencia' para el conocimiento general y sistemático, esto es, aquel en el
cual se deducen todas las proposiciones específicas de unos pocos principios
generales" (4). Galileo sintetiza estas dos características -racional y
experiencial- que por primera vez se dan juntas, en una frase que aparece en
una carta que le envía a su protectora, Cristina de Lorena, en 1615, donde
cuestiona ciertos dogmas religiosos y plantea la necesidad de empezar a
confiar más en "los datos de los sentidos y en las demostraciones
necesarias". Cualquier afirmación científica, para ser tal, debe estar
verificada -o por lo menos ser verificable- empíricamente, pero además debe
estar incluída en un sistema deductivo más amplio donde se relaciona con
otras afirmaciones y donde todas son inferibles a partir de algunos
principios fundamentales. las hipótesis científicas deben ser capaces de
aprobar el examen de la experiencia es una de las reglas del método
científico" .
2) El
conocimiento científico es especulativo y práctico al mismo tiempo.- La ciencia no tiene
solamente como objetivo aumentar el conocimiento del mundo , sino que también
se propone sacarle un provecho a ese conocimiento con el fin de poder
predecir los acontecimientos y así dominar la naturaleza.
3) El
conocimiento científico es explicativo.- una explicación científica procuraría explicaciones
invocando procesos inobservables a partir de una teoría
4) El
conocimiento científico es crítico.- La ciencia cambia mucho más rápidamente que los
dogmas religiosos, porque no suele aceptar sin más las opiniones
prevalecientes y busca ella misma probarlas con sus propios métodos. Lacan
decía que la ciencia es un cementerio de teorías.
A diferencia del saber mítico,
que es cerrado, el conocimiento científico tiende a no considerar que ya está
todo explicado: la ciencia es un saber abierto que deja un interrogante
detrás de cada nueva respuesta encontrada.
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